Constanza, nuestra puerta de entrada a Rumania

5/5 - (1 voto)

Después de pasar 5 días en Varna, la que fue nuestra ciudad base en Bulgaria para hacer un pequeño descanso, llegó el día de cargar de nuevo las mochilas a la espalda, para seguir nuestra ruta. El próximo destino era un país que teníamos infinitas ganas de conocer y que a la vez era una incógnita total. Imaginar, nos imaginábamos miles de cosas, pero no nos hacíamos la idea de como sería vivir en primera persona nuestra aventura por ese desconocido país del este. Un país que nos llegó muy adentro y que, por supuesto, tarde o temprano tenemos que volver.

 

Nada como tener buenos contactos

Estando en Varna (Bulgaria), me puse en contacto con Ioanna, una amiga rumana con la que había estado trabajando en Hilton, para explicarle que nuestro próximo país era Rumanía, y ya de paso que nos aconsejara sobre aquellos lugares que no podíamos perdernos. La sorpresa llegó cuando le dijimos que nuestra primera ciudad sería Constanza. ¿De dónde era ella? ¡Correcto! ¡De Constanza! Sin pensarlo dos veces nos ofreció su casa donde vivía su madre, por lo que nuestra entrada a Rumanía no podía ser mejor.

Adiós Bulgaria… ¡Hola Rumanía!

Salimos de nuestro hostel de Varna con dirección a la estación principal de autobuses y una vez allí compramos los billetes y esperamos a que llegara el bus. El problema es que seguíamos esperando y el bus no llegaba, y nosotros nerviosos porque habíamos quedado con un amigo de la familia de Ioanna que nos venía a buscar a la estación de Constanza para llevarnos hasta casa. Otro de los problemas es que no teníamos Internet y tampoco nos podíamos comunicar para avisar que el bus se había retrasado y que llegaríamos más tarde.

De tener la llegada prevista a las 3 de la tarde, llegamos sobre las 5, y al bajar del bus nos encontramos completamente desubicados a pesar de tener algunas indicaciones de dónde ir. Al llegar dos horas más tarde y sin poder avisar, no sabíamos con certeza si el amigo que nos estaba esperando seguiría allí o se habría ido, y por si fuera poco, tampoco sabíamos quién era. Así que hicimos camino por nuestra cuenta y entre la foto que habíamos hecho al Google Maps (bendito Google Maps de las situaciones que nos ha sacado), y preguntando a varias personas, una chica de lo más amable nos acompañó hasta la parada de autobús indicada para llegar a la dirección que buscábamos.

La primera en la frente…

El autobús que hacía nuestro recorrido llegó, solo que había un inconveniente, todavía no teníamos Lei, la moneda oficial de Rumanía (Leu Rumano). Le explicamos al conductor que acabábamos de llegar y que no habíamos podido cambiar dinero, pero no nos dejó ni terminar de hablar que nos hizo un señal con la mano para que subiéramos. Nuestras miradas lo decían todo. Dile tú a un conductor de autobús en Barcelona que no tienes dinero para comprar el billete y también te lleva al sitio. Pero de una patada en el culo…No llevábamos una hora en Rumanía y ya nos habían dado varias lecciones. A más de uno que piensa como piensa de según que países y sus gentes, les vendría bien viajar y abrirles un poco la mente para que se den cuenta de lo que hay allí fuera…

Ya dentro, nos hicimos un sitio con nuestras mochilas, y no sé si es que hay pocos viajeros que vayan a Constanza o qué, pero no había pasajero que no nos mirara. Éramos la atracción de aquel trayecto. ¡Ah! y por si fuera poco… ¡en los autobuses interurbanos hay Wifi!

Como «todo el mundo» sabía en que lugar nos teníamos que bajar, al llegar el momento, más de uno nos avisó para que estuviéramos atentos.

Como en casa…

Bajamos en la parada donde se encuentra la Universidad de Constanza y una vez allí, fuimos en dirección a casa de la abuela de Ioanna, tal y como habíamos quedado.

​No tuvimos ningún problema en encontrar la casa de la abuela, y ella misma nos dio la bienvenida. Ese día no pudimos conocer a Elisabeta, la madre. Mientras hacíamos tiempo a que llegara el amigo ¡que nos había estado esperando en la estación!, la mujer mayor nos estuvo enseñando su jardín y hasta sacó álbumes de fotos de la familia. Pasado un rato, llegó el chico para llevarnos en coche hasta casa de la madre.

Llegamos a «nuestra» casa (con permiso de Ioanna), y como íbamos a estar solos, ya que la madre se quedaba en casa de la abuela, nos estuvo enseñando donde estaba todo para situarnos y nos dejó su número de teléfono por si necesitábamos cualquier cosa.

Dejamos las mochilas, nos cambiamos y fuimos a comprar para los días que íbamos a estar allí. Realmente teníamos la sensación de estar como en casa…

Sí, también hay españoles trabajando en Rumanía

Si creemos que son solo son los rumanos los que vienen a España a trabajar, estamos muy pero muy equivocados…

Estábamos en el supermercado haciendo la compra, concretamente buscando aceite de oliva para cocinar, y justo en la entrada del pasillo un chico que estaba reponiendo nos escuchó. «¿Buscáis un buen aceite de oliva?» dijo. Nos quedamos un poco extrañados ver a un español trabajando allí. Era Raúl, un chico de Granada que gracias a lo bien que estaba España (ironía), no encontró absolutamente nada de trabajo y tuvo que venir a Rumanía a buscarse la vida. Su mujer era rumana, y él ya hablaba bastante el idioma, pero nos comentó que trabajaba 6 días a la semana y no llegaba a ganar ni 300€. Pero es lo que él comentaba, «menos ganaba en España»…Antes de irnos, Raúl nos dio su teléfono por si necesitábamos cualquier cosa los días que estuviéramos en la ciudad.

Un paseo por Mamaia

Para aprovechar las horas que nos quedaban hasta la hora de cenar, fuimos a dar una vuelta por la zona de Mamaia, la parte turística más conocida del Mar Negro en Rumanía. Aquí hay cientos de restaurantes, chiringuitos de playa chulísimos para tomar algo mientras escuchas música, hoteles, tiendecitas de souvenirs, puestos de comida, etc. Hasta un parque acuático y un funicular para contemplar toda la zona desde las alturas. En pleno verano suele haber muchísima gente, ya que es aquí donde los rumanos vienen desde distintas partes del país a veranear.

Constanza nos acogió de la mejor manera durante 4 días y no quedaba otra que aprovechar la ciudad al máximo.

 

Seguro de viaje para viajar a Rumania

Si vas a viajar a Rumania o a cualquier otro país de Europa, no te olvides de contratar el mejor seguro de viajes para tener la absoluta tranquilidad de estar cubierto en todo momento y ante cualquier situación e imprevisto, ya sea por necesidad médica, robos o daños en el equipaje, cancelación o retraso de vuelos, etc.

Los que viajamos sabemos que estar cubiertos en cualquier parte del mundo es tan básico como necesario. Es por eso que al ser lector de mi Blog de viajes, tienes este descuento directo del 5% en la modalidad de seguro que mejor se adapte a tu viaje y con las mejores coberturas para que disfrutes con total tranquilidad:
Seguro de Viajes Iati

 

ARTÍCULOS RELACCIONADOS:
Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad