Capadocia – Chimeneas de Hadas
Continuando con nuestro camino por Asia Menor, llegamos a Avanos, al norte de Göreme, antigua ciudad romana famosa por su alfarería y sus alfombras, y donde nos alojaríamos los siguientes días. Después de tan largo viaje y de dar un pequeño paseo por la ciudad ya oscurecida, nos fuimos al spa del hotel a relajarnos antes de la cena.
La mañana siguiente amaneció con mucha niebla y nos íbamos al Parque Nacional de Göreme, en la provincia de Nevşehir. También se conoce como Museo al aire libre de Göreme y es Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1985. El precio de la entrada es de 15Liras Turcas (unos 5€). Por suerte a medida que pasaba la mañana, la niebla se iba despejando para dejarnos contemplar aquel maravilloso escenario que la naturaleza ha dejado, posiblemente el territorio más famoso de todos los paisajes de Capadocia. En este museo al aire libre se pueden ver restos de monumentos, almacenes, capillas e iglesias, la mayoría de ellas del siglo X,XI y XII, excavadas en la roca en forma de cuevas y decoradas con frescos originales de los siglos XI y XII, unos más bien conservados que otros. Las más representativas son la Iglesia de Santa Barbara, la Iglesia de la Manzana, la Iglesia de la Serpiente, la Iglesia Oscura, la Iglesia de las Sandalias y la Iglesia Tokali.
Lo increíble de visitar esa zona fuera del parque, es que algunas de esas cuevas todavía a día de hoy, siguen siendo habitadas, incluso algunas han sido convertidas en pequeños alojamientos para el turismo.
Saliendo del parque fuimos a visitar un taller de artesanía especializado en cuencos, platos y jarras hechos a mano, donde nos enseñaron todo el proceso de elaboración, desde la transformación del barro, al secado y decorado del mismo y su puesta en venta. En otra de las visitas, nos metimos en el complejo mundo de las alfombras en un taller-tienda, donde pudimos ver como se elaboran minuciosamente cada una de ellas, telas que utilizaban, la calidad de los nudos, etc… y luego nos hicieron una gran muestra exposición de cientos de alfombras que se podían comprar desde los 100€ hasta los 30.000€, pero en ese momento no llevábamos calderilla suficiente en el bolsillo y nos tuvimos que ir sin alfombra… ¡qué lástima!
Otra de las peculiaridades que hace que Capadocia sea un lugar especial es que en toda su región existen nada más y nada menos que ¡37 ciudades subterráneas! Las más famosas son la ciudad subterránea de Kaymakli, la más grande de todas y la ciudad subterránea de Derinkuyu, la más profunda.
Nosotros fuimos a la primera, la ciudad subterránea de Kaymakli, que cuenta con 8 plantas por debajo del suelo, aunque actualmente sólo 4 de ellas están abiertas al público. Los primeros habitantes eligieron vivir en este asentamiento bajo tierra principalmente por dos razones, protegerse de posibles invasiones, ataques y saqueos de tribus y la otra, protegerse del calor. El primer nivel de la ciudad estaba dedicado a los animales y hacía la función de establo, el segundo tenía una iglesia y algunas salas donde se reunían los ciudadanos, el tercer nivel era para cocina y almacenaje y en el cuarto se encontraban las bodegas para almacenar la bebida. Según dicen, podían haber vivido hasta 3.500 personas. A día de hoy, los habitantes de la zona de Kaymakli aún siguen utilizando algunos túneles de la ciudad para almacenamiento y bodegas. El precio de la entrada a la ciudad es de 15Liras (5€).
Por la tarde, estuvimos en el Valle de Pasagab, también conocido como Valle de los Monjes, donde pudimos ver algunas de las chimeneas de hadas más llamativas que existen en Capadocia.
Ya de vuelta otra vez a Estambul, teníamos una parada obligada y pendiente a mitad de camino que no pudimos hacer en el trayecto de ida. El protagonista esta vez fue el Lago Tuz «Tuz Golü« en turco, que significa Lago de Sal. Está considerado como el lago de sal más grande del mundo y el segundo lago en tamaño de Turquía. Cuando avanzas unos metros andando por el lago parece realmente que te encuentres en medio de la nada. Justo a la entrada del lago hay un pequeño puesto donde venden la sal en botes, ya que posee diversos beneficios para la piel y otros tratamientos.
A nuestra llegada de nuevo a la ciudad, organizamos una cena de despedida con todo el grupo de españoles que conocimos, de Málaga, Valencia, Madrid, Galicia… y la amiga Kubra, nuestra simpática guía local, que tuvo que aguantar bromas de muchos de nosotros jejeje.
Aunque no os lo creáis, nuestro día más loco fue el último. Nos levantamos a las 7 de la mañana para desayunar y salir a comprar regalos para toda la familia bambas, polos, jerséis, botas «de marca»… de imitación, pero de marca y si ya es barato de por si, regateando los precios son casi ridículos.
Recomendación: Si vais a Estambul ir con lo justo y necesario. Con lo que cuesta un buen pantalón de chico en España, allí compráis una maleta y la llenáis con todo lo que queráis.